When you FALL in love. (9)

Los días siguientes transcurrieron con la normalidad habitual, como si nada hubiera pasado.
Kath estuvo día y medio castigada; su madre era una blanda a pesar de que ella se negaba a salir. Cada atardecer, a partir de las ocho, se sentaba en el sillón frente a su ventana, viendo aquella puesta de sol que había disfrutado en silencio mientras corría en la moto con Dany. Tenía el móvil cargando durante todo el día con una falsa esperanza y su mp3 se resistía a rayarse a pesar de estar escuchando durante más de cinco horas seguidas la misma canción.
Dany por su parte seguía yendo a aquel portal, el número doce, cada noche; pero su presencia se desvanecía poco a poco: ya no podía oler su aroma con tanta claridad como algunos días atrás; ya no recordaba con nitidez el tono de su voz y los momentos juntos pasaban por su mente como imágenes borrosas. Necesitaba verla, y lo necesitaba ya por mucho que él quisiera negarlo.
Hubo una ocasión, en uno de los muchos botellones a los que asistía, en la que se dejó seducir por Alex para intentar olvidarse de su presencia por un momento. El remedio fue peor que la enfermedad: cada beso, cada caricia, cada palabra le parecía basta en comparación con Kath. Definitivamente estaba loco. Pero, ¿loco por qué? ¿O por quién? Necesitaba respuestas y sólo una persona podía dárselas.

La calle de Cotham Vale, una calle de personas de clase media alta, se convirtió en el sitio de reunión de las pandillas nocturnas y los alcohólicos adolescentes. Con la esperanza de que la curiosidad de Kath los volviera a reunir, Dany no faltaba ni una sola noche a aquellos botellones que había en frente de su portal. Cada madrugada, se quedaba parado ante él, preguntándose por qué Kath no salía a su encuentro. Al ver que sus intentos de verla eran en vano, se dio por vencido y la fiesta se trasladó de nuevo a la plaza de siempre. La última noche que pasaron allí, le pareció verla paseando entre los árboles que había en el parque que estaba pegado a aquella ruidosa plaza. Borracho como una cuba y con un porro en la mano, corrió a su encuentro seguido de Alex, que no le dejaba ni respirar sin que ella lo hiciera a la vez. Se paró desilusionado al ver que, obviamente, en ese parque no había nadie. Cabreado, agobiado por su perseguidora, pero sobre todo, melancólico por algo que apenas había disfrutado unas horas, tiró el porro contra la corteza del árbol más cercano. Alex se quedó a una distancia prudente, temerosa de que ese Dany violento que apenas salía a escena le hiciera algo. Él, tan tocado que no sabía ni lo que hacía, fingió arrepentirse de comportarse de tal manera ante ella, mintiéndose así de que las lágrimas que inundaban sus ojos y corrían por sus mejillas eran pura ficción, cuando en su más profundo ser, ese que sólo una persona había logrado tocar, sabía que no eran más que lágrimas de dolor. Buscando una salida fácil, buscó refugio en los brazos de Alex, quien lo estrechó entre sus brazos y le besó con fiereza aprovechándose de la situación. Dany se dejó llevar, completamente borracho y triste, muy triste.
Lo que no sabía, es que en la ventana cuatro del piso número seis que daba al parque, portal doce, había un par de ojos azules encharcados en lágrimas observando la escena.

3 comentarios:

  1. ¿Y por qué no baja a abrazarle?

    Muaks!

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  2. ooooh xD

    An escribe ¬¬

    como no lo agas te pego xD

    ya hablamos

    un abrazo

    El del bocata a quien tanto quieres xD

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  3. oooohhh!! Kath ya podria bajaar!le ve q esta llorando y nada!¬¬
    espero q escribas mas prontoo!

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