Amor a tiempo parcial

-Sí que vienes mimoso hoy, ¿eh? –sonríe, despegando sus labios cada vez que pronuncia una sílaba.
-Hay que aprovechar el poco tiempo que tenemos, ¿no?

Entonces Lor se detiene, dejando caer su cabeza en el cuello de Luke, que la abraza.
-Sabes que si por mí fuera…
Ella sube sus dedos hasta hacer callar al chico, que suspira, aumentando la intensidad del abrazo.
-No quiero perderte, Lor.
-No me pierdes, estoy aquí.
-Algún día te cansarás de mí. No creo que aguantes mucho más esta situación.
-¿Tú quieres que la aguante? –sube su mirada, clavando los ojos en él.
-Me parece increíble que después de todo me hagas esa pregunta –deshace el abrazo, incorporándose por completo y le vuelve la cara a Lorelain.
-Y a mí me parece tremendo que te atrevas a dudar que por ti haría lo que fuera.
Lor agarra la mandíbula de Luke con la mano izquierda y le obliga a mirarla.
-Joder… sabes que te quiero, pequeña.
Ella sonríe, dejándose llevar de nuevo por el efecto droga que tienen esos labios encima de su boca. Y, de repente, esa camisa a cuadros que antes había guardado sus rasgos femeninos recorre el cuerpo de la chica hasta que se desprende por fin de sus dedos. Y ese mismo cuerpo siente ahora el roce de un tacto más suave. Y así se pierden de nuevo en el sabor de lo inalcanzable.

Se han quedado así casi dos horas, abrazados, rozándose, queriéndose.
-Me voy a tener que ir…
-¿Cuándo volverás?
Se hace un silencio incómodo, hasta que por fin Luke se decide a romperlo.
-Pronto, ya sabes.
-No hace falta que me mientas –Lor se incorpora, resoplando.- Sea cuando sea, estaré aquí.
Luke le besa la frente y, con el pantalón a medio abrochar y la camisa mal colocada, sale por la puerta sin más despedida que un ‘Hasta pronto, pequeña’.
Aunque Lor sabe que ese ‘pronto’ se hará de rogar.

Be solo quiere divertirse

Cuando abrió los ojos se topó con su mirada color café y esa estúpida sonrisa que le deseaban buenos días. Bree apartó la vista bruscamente y se levantó con la misma cara de amargada que tenía todas las mañanas.
-Buenos días a ti también, sí –le reprochó Ethan estirándose en la cama.
La chica le dedicó una sonrisa irónica y tiró encima de la cama sus vaqueros caídos.
-Venga, vístete antes de que se levante mi madre y la liemos.
Bree acaba de ponerse la camiseta de Stradivarius, esa blanca que tiene el hombro caído que tanto le gusta. Ethan se levanta aún en boxers y la abraza por detrás.
-¿No me puedo quedar a desayunar? Seguro que me la gano con mis tortitas de caramelo…
-Qué pesado eres, joder –se deshace de mala gana de su abrazo y sale de la habitación dando un portazo.
Son apenas las 7:30 de la mañana y la bocina del coche de Be no para de sonar, tentando a Morfeo a abandonar a su madre.
Cuando ve salir a Ethan de su casa, arranca el coche y espera con impaciencia a que entre.
-¿Dónde pretendes ir a las 7:30? El instituto hasta las 8 no abre.
-Te iba a llevar a tu casa para que te cambiaras de ropa, pero nada, si no quieres te vas andando.
-Mira, que te jodan ya, que no sé qué narices hacer para tenerte contenta.
Bree se quedó sentada, asimilando las palabras de Ethan sin mirarle. Alargó una mano en dirección a su puerta y la abrió, indicándole que saliera del coche.
-No sé qué cojones te pasa, pero a mí no me vengas llorando cuando todo el mundo te dé la espalda por ser tan gilipollas.
Dio un portazo y se perdió a paso ligero entre la neblina de la mañana.
Bree dejó caer la cabeza sobre el respaldo del asiento y cerró los ojos, tratando de calmarse. Sacó el móvil y buscó entre sus contactos algún amigo que al llevara tiempo sin ver.

¿Era tan malo querer solo diversión?
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