When you FALL in love. (8)

Estuvieron más de media hora sobre la moto: unos quince minutos escapando y otros tantos abrazados. Kath estaba muy nerviosa después de aquella incómoda situación con Brett y lo único que quería era refugiarse en sus brazos, en aquellos que le daban tanta seguridad y tranquilidad, aquellos que siempre había rechazado y ahora la hacían sentirse tan bien. Ninguno hablaba apenas: simplemente se sentían cerca, piel con piel, respiraciones y latidos acompasados. De vez en cuando, Dany frotaba su mano con el brazo de Kath para hacerla entrar en calor.
-Venga, Kath, no te pongas mal –le repetía Dany continuamente-. Ese gilipollas no te ha hecho ni te va a hacer nada.
Ella se limitaba a asentir en silencio, dejándose abrazar y acariciar por el suave tacto de Dany. Cuando quiso darse cuenta de la hora que era, fue demasiado tarde: la bronca la tenía asegurada.
Se levantó deprisa, dejando a Dany sentado en el suelo con una mueca de fastidio.
-Si vas a llegar tarde de todas maneras, joder, ¿qué importará que nos quedemos un ratito más?
-El castigo será menor o mayor dependiendo de la hora, y paso de quedarme encerrada el resto del verano en mi casa –mintió ella.
-¿Acaso sales a menudo?
-Sí
-Nunca te veo.
-No frecuentamos los mismos sitios ni tenemos las mismas amistades –le recordó ella.
-Eso podría cambiar –respondió él en tono sugerente.
-Hasta ahora nos ha ido bien así, ¿no?
-Hasta ahora.
Sin ganas de seguir discutiendo, montó en la moto dando a entender que la conversación se había acabado. Kath se montó en la moto tras de él, decepcionada por aquel final tan poco provechoso. No hablaron durante el viaje de vuelta y tampoco parecía que fueran a hablar cuando llegaran. Sin embargo, Dany se dignó a desearle buenas noches y se fue, sin darle tiempo siquiera de responder. Ella se quedó ahí, de pie, esperando un retorno que nunca llegaría. Cuando hubieron pasado unos diez minutos, decidió subir a su casa y afrontar lo que se le venía encima.

De repente, la noche que antes le había parecido mágica se volvió sombría; la suave brisa, un viento helado; su alegre sonrisa, una triste mueca sin sentido alguno.
¿Qué había cambiado desde que dobló aquella maldita esquina? ¿Por qué ahora se sentía tan solo y deprimido? ‘Sólo han pasado diez minutos, joder. Estoy harto de hacer cosas así, siempre me pongo igual’, se mintió. Entre pregunta y pregunta se acercaba un poco más a su destino, y eso no le agradaba.
Cuando llegó, sopesó la idea de darse la vuelta pero ya le habían visto.
-¡Dany, campeón! –se oyó a lo lejos.
Se bajo de la moto con tranquilidad y se acercó a dos chicos.
-Dame uno, Jake –le dijo al más bajo señalándole el cigarro que tenía entre los dedos.
-¿Cómo ha ido? ¿Besa bien? ¿Te la has tirado? ¿Te ha dado plantón? –miles de preguntas fueron enviadas a su cerebro, y a ninguna le apetecía contestar.
-No pienso hablar de ello, cotilla–le cortó-. Lo que sí os puedo contar –continuó hablando para los dos- es que el plan salió a pedir de boca y, por lo que se ve, Brettito se piensa que Kath sale conmigo. Si él está jodido, yo estoy bien. Punto pelota.
-Sigo sin entender por qué lo has hecho… -le dijo el otro tipo, el tal Beto.
-Con que lo entienda yo basta y sobra. Me voy a casa, estoy cansado.
-¿Tú? ¿Cansado? ¿No será más bien que has quedado con ella, eh, pillín? –Jake le dio un codazo amistoso en el costado.
-No.
-Eh, bueno, tranquilo. Mañana nos vemos –se despidieron de él y Dany volvió a montar en la moto.
Recorrió media ciudad cabalgando en ella. Notaba como el viento helado le hacía daño en sus facciones y se sentía, en cierto modo, bien por ello.
-Me lo tengo merecido –se dijo.
Antes de volver a su casa, se paró como veinte minutos frente a un portal, el número doce de la calle Cotham Vale. Se sentó sobre los dos escalones que permitían el paso al interior pero por desgracia para él la puerta estaba cerrada y no tenía ganas de pasar la noche en comisaría. Se apoyó sobre la pared y sintió su perfume. Olía a lavanda, un olor suave igual que sus rasgos, sus ojos, su voz, todo. Todo en ella era especialmente frágil o, al menos, eso le parecía a él. Se quedó allí un rato más, recordando cada detalle de aquella tarde, desde las ocho en punto hasta las dos y cuarto, ni más ni menos. Creyó estar de nuevo allí, en ese portal con ella, piropeándola y poniéndola nerviosa; creyó estar en la plaza, sentados en aquella estatua que no le concedió el honor de probar sus labios; creyó estar bailando otra vez para ella, luchando porque sus ojos siguieran sus pasos y no los de Brett; pero sobre todo creyó estar de nuevo en sus brazos, siguiendo con sus bastos labios las finas líneas de su cuello, dibujando con sus dedos su delgada espalda y sintiendo sus corazones latiendo al compás.

2 comentarios:

  1. A mí me gustan cuando los corazones laten al mismo tiempo, es una experiencia increíble :)

    muás!

    ResponderEliminar
  2. me lei todo ahora necesito un premio eh? xD
    cada cuanto escribes infantila?
    escribes bien si si xD

    elijo la de SAW2 xDD

    un abrazo!

    Att: el del bocata ;)

    ResponderEliminar

¿Qué te pareció?

Creative Commons License
Todos los textos aquí publicados son propios y están bajo una licencia de Creative Commons. Respétalo, por favor.