When you FALL in love. (6)

La música empezó a sonar unos minutos después, acompañada por los latidos sonoros y rítmicos del corazón de Kath al ver a Dany en tal situación. La gente aplaudía eufórica tras cada paso que hacían los dos participantes. Kath, que era una apasionada del break, también lo habría hecho de no haber sido porque uno de los que competían era Dany. ‘Pero qué coño me importa a mi Dany, joder’, se repetía, ‘sea lo que sea que le pase, seguro que se lo tiene merecido por arrogante’.
En cada paso que hacían, se iban acercando un poco más, tanto que hubo una ocasión en la que el juez, o lo que fuera aquel tipo, les ordenó que se separan unos metros. Aquella competición parecía interminable; Kath no hacía más que mirar el reloj: las nueve, las diez, las diez y media. Cuando los dos participantes estaban exhaustos, decidieron hacer una pausa para que pudiera bailar unos cuantos más y ellos pudieran descansar. El primer impulso de Brett al ver a Dany distraído fue lanzarse contra él, pero sus amigos, o algo por el estilo, se lo impidieron para no armar más jaleo del que ya había. Se perdió de nuevo en el gentío, tal como había llegado.
Dany, por su parte, estuvo enseguida rodeado de sus múltiples colegas, los mismos de antes, que le atosigaban con botellas de agua, sudaderas para que se secara el sudor y demás muestras de peloteo. El tal Beto y otro chico un poco más alto los dispersaron para quedarse hablando a solas con él. ‘Esos deben ser los amigos de verdad’, pensó Kath, aún con el corazón latiéndole a mil por hora. Aquella había sido una auténtica competición: dos maestros del break cara a cara. Lástima que con uno no se hablara y que con el otro prefiriera no hablarse. O al menos, así había sido hasta entonces. Perdida en sus pensamientos, no reparó en la figura que avanzaba segura hacia ella. Cuando quiso actuar, ya era demasiado tarde: él se había aferrado a su cintura y había acomodado su barbilla junto a su cuello. Kath no pudo evitar estremecerse cuando notó el aliento de Dany en su cuello.
-¿Estás bien? –preguntó ella intentando liberarse de aquella situación.
-Sí, solo un poco cansado.
Kath se lamentó por haber abierto su bocazas: Dany no la había liberado, sino que había pegado por completo sus labios al cuello de ella y le había respondido tal cual.
Kath suspiró y volvió a estremecerse con aquella sensación. Sintió cómo él dibujaba una sonrisa en su rostro.
-¿No quieres agua ni nada de lo que te han ofrecido tus amigos?
-No, quiero descansar. Vamos al sitio de antes, ¿va?
-Bueno, yo pensé que querrías descansar a solas y…
Sin darle tiempo de acabar, Dany agarró la mano de Kath y tiró suavemente de ella hasta llevarla hasta la estatua de antes. Una vez allí, se sentó para recobrar el aliento y, en un descuido de ella, la sentó en sus piernas. Ella enrojeció levemente, bajando la mirada. Dany intentó romper el hielo a pesar de que le encantaba aquella situación.
-¿Te lo estás pasando bien?
-Sí, bailas genial.
-No te dije lo de los trofeos simplemente por presumir.
-Ya veo.
Kath notó la respiración pesada de Dany e intentó quitarse de encima para dejarle respirar mejor.
-Eh, ¿qué haces? –la agarró y la sentó de nuevo.
-Pensé que quizás respirarías mejor sin mí encima.
-Déjame que yo decida cómo quiero respirar.
-Vale…
-No te pongas nerviosa, no muerdo…aún –dijo sonriendo.
-Tranquilo, no me dejo morder –respondió ella.
-Todo es cuestión de insistencia –rió él.
-Todo es cuestión de aguante.
Se sonrieron, por primera vez, con sinceridad. Él le agarró la mano y se la apretó; ella se dejo mimar. Él apoyó la cabeza en su hombro; ella le acarició el pelo. La infernal música que sonaba de fondo ahora parecía una bonita melodía; los gritos, murmullos hermosos.
En el centro del círculo, interrumpiendo el baile de otros dos participantes, apareció Brett, quien le arrebató el micro al comentarista.
-Eh, tú, Dany, ¿te atreves a arreglar esto como debe ser o vas a seguir escudándote detrás de ELLA? –gritó, furioso.
El interpelado se limitó a levantar la cabeza y mirarlo a los ojos. Agarró a Kath por la cintura, la alzó y se puso en pie.
-Dany, no le hagas caso. Sólo intenta provocar.
-Lo consigue –respondió.- Déjame divertirme, ¿no? Ese tío no tiene ni dos hostias: le doy una y media y vuelvo.
-¿Y si acabas tú mal?
Él sonrió.
-¿Preocupada?
-Idiota.
-No tardo, Catherine –se burló.- Será mejor que no te acerques mucho si todavía le tienes algo de cariño a ese imbécil.
Dany comenzó a avanzar a paso ligero, cegado por la rabia. Tras él iba Kath, que lo agarró del brazo y le hizo parar.
-Kath, déjame. Te aseguro que no quiero hacerte daño.
Dany se giró despacio hacia ella mientras el círculo de gente miraba la escena con detenimiento.
-Kath –repitió- de verdad, ahora no.
Se deshizo de su agarre y se apresuró hacia la pista, antes de que ella le pudiera convencer de lo contrario.

3 comentarios:

  1. Al menos se preocupa por ella y no quiere dañarla :)

    Un muás!

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  2. me encanta esta historia, de verdad!
    sigue escribiendo mucho mas de ellos :)

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