When you FALL in love. (1)

Sentada frente a la ventana contemplaba con desgana como pasaban las horas. Las cuatro, las cinco, las seis. En su mp3 sonaba su canción favorita por el momento. Canturreaba palabras inventadas puesto que la canción era inglesa y mucho no entendía. Pensó en ir a buscarla por google, pero no le apetecía moverse de su sitio. Estaba cómoda mirando el cielo, más claro que ningún día de verano. La gente pasaba: algunas personas iban con prisas, otras, se paraban a observar hasta el más mínimo detalle de cada figura que había a su alrededor. Sí, era un bonito día.
Un golpe sordo en la puerta la sacó de su sueño despierto.
-¿Cariño?
-Dime, mamá.
-¿No vas a salir?
-Eh, no, no tengo ganas –desvió la mirada para volver a sumergirse en sus propias fantasías, pero su madre no se lo permitió.
-Vamos a ver, estamos en verano, hace un día espléndido, y tú no quieres salir. ¿Se puede saber por qué?
-Si te digo la verdad, no lo sé; estoy bien aquí.
-Bueno, como quieras, no insistiré más.
Salió de su cuarto haciendo un intento de portazo. Kath ni se inmutó: antes de que su madre se levantara, ya se había colocado el casco de nuevo.
A lo lejos, en un parque cercano, vio una gran multitud de personas rodeando a alguien o algo. Se incorporó para intentar ver qué era eso que llamaba tanto la atención, pero la gente inquieta, moviéndose de un lado para otro, no la dejaban verlo.
Se calzó sus Nike y bajó con tranquilidad las escaleras de casa.
-Mamá, salgo un momento, no tardo.
-De acuerdo, Catherine.
Salió dando un intento de portazo, tal como había hecho su madre antes.
Conforme se fue acercando a la multitud, iban aumentando sus ganas de darse la vuelta. Sería imposible pasar entre tanta gente. Aún así, su curiosidad pudo más y se acercó lentamente, tanteando los posibles huecos por los que podría colarse.
-Bah, es imposible, tampoco será tan importante.
Caminó unos cinco pasos hacia atrás y se topó con un obstáculo, algo que no le permitía seguir avanzando, aunque fuera andando del revés.
-Oye, perdona, ¿te puedes quitar?
Se giró bruscamente y vio un rostro familiar. Este le sonrió.
-Oh, Dany, que raro verte en un sitio tan abarrotado –dijo en tono sarcástico.
-¿A qué sí? –respondió mientras mantenía su sonrisa.
-Sí –se limitó a contestar Kath.
-¿Qué haces aquí?
-Dar una vuelta.
-¿Justamente por dónde salgo yo?
-No, justamente por donde vivo yo. ¿No será que me sigues tú?
Dany rió escandalosamente.
-¿Te molestaría que lo hiciera?
-¿Te molestaría que te denunciara por acoso?
-Vale, vale, tampoco tienes por qué ser tan borde. Encima que me acerco para ayudar…
-¿Para ayudar?
-Sí, te vi un poco perdida y pensé que quizás necesitarías la ayuda de una persona con contactos, e inmediatamente después…
-Pensaste en ti –le cortó.
-No. Bueno, para qué mentirnos; en realidad, sí.
Kath desvió la mirada de nuevo hacia el colapso de gente, con la esperanza de que hubiera menguado. Todo lo contrario: había crecido.
-Puedo conseguirte asientos de primera fila si quieres.
-No veo las sillas por ninguna parte –se burló ella.
-Tampoco ves qué es lo que atrae tantas miradas y, sin embargo, aquí estás.
Kath resopló. Ahora recordaba claramente por qué nunca había hecho buenas migas con aquel tipo. Era demasiado arrogante, presuntuoso, creído y si se acercaba a las tías, era solo para echarles un polvo. Se le revolvió el estómago ante la idea de que se le hubiera acercado para eso. ‘Hasta arcadas me da este tipo’, pensó.
-Bueno, yo me voy, te veré en septiembre si acaso.
-Espera.
-¿Qué? ¿Has cambiado de idea y quieres venir con tito Dany?
-No, es que se te ha caído algo al suelo.
Se registró los bolsillos en busca de aquello que había perdido, pero lo halló todo en su sitio.
-A ver, Sherlock Holmes, ¿qué se me ha caído?
-Tu dignidad –sonrió ella.
Se dio la vuelta y empezó a caminar con tranquilidad, invitando a Dany a seguirle el paso sin ella saberlo. Decidido, se colocó la gorra y avanzó. Apenas le dio tiempo de dar dos zancadas, pues una voz femenina y sugerente gritó su nombre desde la dirección contraria a la que él se dirigía. Se dio la vuelta cuidando de no perder a Kath de vista.
-Dime, Alex.
-¿Ya te vas? Ni si quiera has bailado –le dijo mientras se acercaba a él.
-No, no me voy. Iba a por un refresco, ¿quieres que te traiga uno? –le ofreció intentando librarse de ella.
-Jack y Beto ya han traído. También trajeron vodka, JB y Larios –sonrió con picardía.- Entonces te quedas, ¿no?
-Eh… -giró la cabeza con disimulo para ver si su detective particular se había alejado mucho. No estaba.- Sí, me quedo.
Ella le agarró del brazo y tiró de él hasta un pequeño grupo en medio de la multitud. Dany se lamentó por haber dejado escapar a Kath. Llevaba todo el verano esperando para verla […]

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué te pareció?

Creative Commons License
Todos los textos aquí publicados son propios y están bajo una licencia de Creative Commons. Respétalo, por favor.