#1

-Es por ella, ¿verdad? Es esa maldita entrometida la que te absorbe el tiempo que debería ser mío, ¡NUESTRO!
Sentí que me fallaban las piernas. Otra discusión. El mismo tema: ella. Mi cabeza era un auténtico caos de risas, llantos, gritos, peleas. Momentos, al fin y al cabo, nuestros, que ella intentaba robarme.
-Eres una paranoica, Kate -se limito a contestarme.
Enfurecí. Me precipité sobre él; puños, patadas, gritos, llantos, todo en vano. Él ya me tenía sujeta por las muñecas.
-Kate, escúchame. Por decimonovena vez, Rach es una amiga. ¡Amiga y nada más! ¿Cuándo vas a entenderlo?
Me deshice de su agarre tranquilamente. Levanté la cabeza y le miré a los ojos, por primera vez en toda la discusión, sin furia, rabia, u odio.
-Cuando tú me lo demuestres, Jake -caí al suelo, clavando mis rodillas en él. No sentí dolor alguno, el daño ya estaba en una parte mucho más profunda de mi ser. -Estoy harta, ¿sabes? Harta de que ella parezca ser más importante en tu vida que yo. ¿Cuánto hace que nos conocemos, Jake? ¿Qué pasa? ¿Hemos dejado de ser los mejores amigos que fuimos al empezar esta relación? Porque si es así, no estoy dispuesta a soportarlo. -Desvié la mirada hacia una fotografía que había sobre la mesita de noche de su cuarto. Eran dos niños. Dos amigos. Dos hermanos. Sonreí. -No quiero ser simplemente la chica a la que besas, a la que abrazas, a la que amas. No quiero que busques en otras chicas la confianza que yo puedo darte; la confianza que teníamos, y por algún motivo, despareció cuando ella se cruzó en tu camino, Jake.
Se sentó a mi lado, abrazándome como aquella noche, dos años atrás, cuando me dio nuestro primer beso. Suspiró.
-No ha desaparecido nada, Kate. Sigues siendo mi mejor amiga, solo que ahora eres algo más aparte. Si no te cuento ciertas cosas es porque no quiero preocuparte, no porque no confíe en ti. -Me estrechó aún más entres sus brazos; me rendí.
-Jake, yo..-puso su dedo índice con cuidado sobre mis labios.
-No lo sientas, tienes razón. Además..
-¿Sí?
-Me encantan tus celos. -Sonrió, satisfecho.
Me preparé una buena respuesta, pero preferí dejarle ganar. Solo por esta vez.
-Bueno, sí, soy una celosa empedernida. ¿Y qué? A ti te encanta y yo no me arrepiento de serlo. Todos felices.
Me miró confundido al ver que no le reaccionaba como él espraba. Comprendió que ya había habido suficientes gritos, al menos, por una semana.
-Te quiero, pequeña, más que a nada.
-Lo sé, bebé, lo sé.
Buscó con urgencia mi boca. No le puse resistencia alguna. Lo necesitaba; lo necesitábamos. Me perdí entre sus besos, disfruté despacio cada una de sus caricias y dormí enredada en su abrazo, un abrazo fuerte, intenso, asegurándome que estaría ahí, a mi lado, al despertarme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué te pareció?

Creative Commons License
Todos los textos aquí publicados son propios y están bajo una licencia de Creative Commons. Respétalo, por favor.