29 de junio. [3]

-Guau… estamos solas –se quejó Sarah- ¿y los chicos dónde están?
-Tía, son las doce de la mañana, ¿qué te esperabas? Además, a lo mejor hay más gente en las demás piscinas… Venga, vamos a buscar.
-Vale, pero guíanos tú, An, que Lor me da que no se acuerda ya de esto –rió Em.
-Ja-ja-ja qué graciosas.
-Venga, que es una broma, no te piques –An la abrazó.
Fueron recorriendo las dos piscinas de cabo a rabo y lo mucho que encontraron fue a un viejecito paseando por el césped recién regado. Optaron por dejar las cosas bajo la sombra de un robusto árbol e ir a los vestuarios a cambiarse.
-¡Sois unas tardonas!
-Bueno, An, tranquilízate que no todas venimos con el bikini ya puesto, ¿eh?
-Es que… me sobraba tiempo y bueno…
-¡Pero si has llegado tarde!
An le lanzó su vestido playero a la cara y Em salió a correr detrás de ella. Cuando quisieron darse cuenta estaban ya disfrutando de un refrescante baño bajo el sol más brillante que habían visto en todo el mes.
Después de que la socorrista les llamara varias veces la atención, decidieron salir a tomar un tentempié para matar el gusanillo. El sol quemaba, por lo que decidieron refugiarse bajo sombra y dejar el ponerse morena para otro momento.
-Os tengo que contar algo… -informó An.
-¿El qué?
-Es sobre Josh.
Las tres amigas dejaron a un lado la comida y la música para centrar toda su atención en la historia de la enamorada.
-Te lo ha pedido, ¿verdad?
-No, ¡la ha invitado a salir!
-¡Qué dices! Seguro que esta tarde se pasa por aquí, ¿verdad?
-¡Chsst! ¿Me dejáis hablar o vais a seguir metiendo la pata? –Acto seguido, se callaron.- Gracias. No, no me lo ha pedido. No, no me ha invitado a salir, ni a quedarme en casa, ni nada. Y obviamente no se va a venir a pasar la tarde rodeada de cuatro locas, entre otras cosas porque está en el pueblo…
-Oh, qué pena –lamentó Lor.- ¿Entonces?
-Bueno… me dijo que tenía que hablar conmigo y como no me voy a conectar… me ha dicho que me llamaría esta tarde.
Se hizo el silencio durante algunos segundos; pasados estos, Em, Lor y Sarah empezaron a gritar y a saltar.
-Eh, eh, ¡callaros! Sois unas cabronas –rió An.
-Qué bonito, qué bonito, qué bonito –corearon las tres celestinas.- ¡Fijo que te lo pide!
-¿Estás tonta? Es que hace mucho que no hablamos, será que… no sé, querrá contarme qué tal le va en el pueblo.
-Sí, ya, y por eso se va a gastar el saldo cuando puede llamarte cualquier día a tu casa o por el msn…
-Sois odiosas, ¿lo sabíais?
A las cinco…, pensó An. Sonrió.

1 comentario:

  1. Por fin me escribes algo, mujer.
    Aunque esta historia, ¡Ya se como termina!

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