El diario de Kyla

París.
Oh, París. Magnífica ciudad, ¿no crees? Mi rincón favorito sin lugar a dudas es el Parc du Monceau. No sabes cual es, ¿no? Claro, no es tan famosísimo como la Torre Eiffel ni los Campos Elíseos pero es mi refugio predilecto. Se encuentra a unos veinte minutos -andando a paso normal- de la Rue Balzac, mi lugar de residencia actualmente. Hace dos semanas que me mudé aquí por motivos de clima y tal: es verano. Desde que tengo uso de razón, llevo viniendo aquí, a París, a pasar un mes de verano con mi padre para que no se queje de que Sam, mi progenitora, acapara toda mi atención. ¡Por favor, que excusa tan pobre! Lo único que quiere es demostrar que él manda en la –no-relación. Patético según mi perspectiva. Pero en fin, en el fondo sigue siendo un niño. Quizás por eso me lleve tan bien con él (en ocasiones). Bueno, el caso, que aquí estoy, sentada bajo Pupi, el arbolito que me acogió hace ya casi un año, escribiendo en mi pequeño diario la gran historia de mi vida.
No sé qué anotar primero… pero supongo que empezaré por el principio, ¿no?
Y el principio es… la historia de cómo encontré a Pupi. Veréis, todo comenzó hace, como ya dije antes, casi un añito. Acaba de instalarme apenas dos días atrás y me aburría bastante en casa. Entonces… oh, esperad, mi móvil.
¡Tardona! ¿Dónde estás? Te recuerdo que hemos quedado a las siete y son ya casi y cuarto. Venga, te espero, ¡pero no te retrases! No están esperando ;)
Mierda, se me olvidó que había quedado con Aline o Ali, como le digo yo cariñosamente. Pues nada, otro día te sigo contando, ¿si? ¡Un besito!

¡Ay, se me olvidaba! Me llamo Kyla. ¡Encantada de conocerte!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué te pareció?

Creative Commons License
Todos los textos aquí publicados son propios y están bajo una licencia de Creative Commons. Respétalo, por favor.